Cajas, febrero 2007



Presentación visual del joven artista guatemalteco Mario Santizo, exhibición del 15 al 28 de febrero de 2007.

Descripción
Exhibición compuesta por soportes de cartón industrial – cajas de distintas dimensiones - intervenidos en su interior con crayones de colores. Iconográficamente se centra en la figura humana, femenina y masculina. La muestra reflexiona sobre la situación de violencia que vive actualmente la sociedad guatemalteca, así como de las fisuras sociales enraizadas en todos sus estratos. Las imágenes de cuerpos confinados por sus sicarios dentro de las cajas, son tomadas de las experiencias urbanas que viven los guatemaltecos y cuyos registros aparecen constantemente en los reportajes periodísticos de manera abrumadora.

El porqué del material se entiende, en primer lugar, por la constante artística de ennoblecer el soporte. A ello se suma la visión personal del autor de pasar de un lenguaje bidimensional al tridimensional para así redimensionar su mensaje. Motivado por un sentimiento flemático provocado por el contraste entre las celebraciones de Semana Santa, con toda su imaginería de pasión, de frente a la recurrente violencia en las calles del país, fue madurando la idea mientras intercambiaba pensamientos en las discusiones sostenidas con el historiador y pintor Juan Juárez.

Sobre el autor
Este joven artista pertenece a una generación marcada por los drásticos cambios que vive Guatemala y el mundo con la llamada globalización. Al concluir los estudios en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, sus inquietudes lo llevaron a experimentar en diversas ramas de las artes visuales. Es así que no es raro verlo expresarse en soportes más tradicionales como el dibujo o la pintura y luego dar el salto a presentaciones escénicas cercanas a los performances. Es decir, que busca la herramienta que más se adecue a la idea que pretende transmitir. Pero en cada trabajo trasluce su personalidad y capacidad de investigación. Ya sea haciendo referencias a grandes maestros de la plástica, como tomando cursos de teatro y expresión corporal que le permitan entender mejor otros lenguajes. De estos referentes, es inevitable descubrir su predilección por la obra de artistas que van desde El Bosco (1453-1516) y Goya (1746-1828) hasta Francis Bacon (1909-1992). Su obra esta impregnada de un comentario mordaz y existencialista.


Síntesis curricular
Mario Santizo (Zaragoza, Chimaltenango, 30 marzo de 1984)
Realiza estudios artísticos en la Escuela Nacional de Artes Plásticas “Rafael Rodríguez Padilla”, entre 1999 y 2003, donde se graduó de Bachiller en Artes Pláticas con especialidad en pintura. En esta casa de estudios participa en múltiples certámenes internos . Curso de fotografía con José Carlos Flores en la Universidad Rafael Landivar. Curso de escenografías teatrales con el maestro Yurek Kuklinsky.

En el año 2003 participó en la muestra colectiva “Shhhhh...” curada por Javier Payeras en el Centro Cultural de España. En el Museo de la Universidad de San Carlos (MUSAC) en el 2004 realiza la exhibición “Carne, sopa y galletas” junto a Ludin López con quien también monto, un año después, “Padre barroco y el flemático hombre banda” en el Instituto Guatemalteco Americano (IGA) y “Antiteatro, Pieza en dos actos” en galería el Attico, en está última con el apoyo de Guillermo Hernández. En el 2006 participa en el certamen de Juannio y el organizado por Helvetas, donde se hace acreedor a una mención honorífica.

Comentario de Juan B. Juárez

MARIO SANTIZO O LA RECUPERACIÓN DE DESECHOS

Se puede afirmar que durante los últimos 25 años el arte guatemalteco ha sufrido una especie de sofisticación y refinamiento que lo ha llevado bien a un lirismo a ultranza o bien a una conceptualización eficaz más por sus intenciones comunicativas que por la calidad de sus realizaciones, todo ello como resultado de una actitud investigativa que busca más en literario que en lo real temas míticos y fundacionales o de una experimentación técnica, formal y de materiales, casi siempre como reflejo de lo que se hace en otras latitudes y como reflujo del “Arte universal y Globalizado”.

En el núcleo – y en la superficie – de las obras de últimas décadas, la cultura guatemalteca considerada como una entidad – o un identidad – actuante y creativa en función de su propios conflictos y contradicciones, ha diluido la beligerancia que la caracterizó en las décadas del 40 y 60, para difuminarse en imágenes poéticas excepcionales o en intelectualizados y crípticos discursos que, lejos de fortalecer un conocimiento, una sensibilidad y una conciencia sobre nosotros mismos como sociedad o nación, la diluyen en un refinamiento y un rebuscamiento estetizante, falsamente cosmopolita. En otras palabras, el arte de estas últimas décadas, lejos de mostrarnos, no esconde; lejos de crearnos, nos disfraza; y que, si bien nos ha abierto los ojos a lo exterior no los ha cerrad a lo que sucede en nuestro interior; lo que quizás se explique por la atmósfera de represión que se creó en torno a la guerra y a los gobiernos militares.

En todo caso, resulta alentador que después de 25 años de silencio, surja un artista joven-Mario Santizo- que retome el hilo confrontativo que ha caracterizado a lo mejor del arte guatemalteco y que deslice en el resquicio de nuestra conciencias deslumbradas por el consumismo artístico estas imágenes que nos recuerdan que hay una parte de la realidad, de nuestra realidad, que no puede ser simplemente desechada en función de una cosmética artística y social.

En ese contexto de arte cosmético e insustancial y de artificial cultura estética, el artista Mario Santizo actúa como recolector de desechos – como auténtico guajero – y recupera del gran vertedero social no sólo materiales reutilizables sino también temas palpitantes y viscerales que otros artistas “estéticamente correctos” desechan cotidianamente de sus conciencias motivadas por otras fuentes de inspiración. Son temas de van desde una cínica limpieza social hasta el fervoroso fanatismo de una tradición que ve en el dolor una forma de sacrificio y purificación.

Pero más que eso, se trata en todo caso de una recuperación no sólo de temas y materiales para la creación artística, sino propiamente de la recuperación de la voz y la función del artista en una sociedad como la nuestra, y también de la puesta en práctica de un oficio y una sensibilidad que se nutre, incluso en sus productos más fantasiosos, de la realidad y al conciencia.

Hay que recordar que, por lo mismo oficialmente, vivimos en paz y democracia, y que ya no existe ejército ni guerrilla a quien culpar de las atrocidades de la guerra: ahora es la sociedad en su conjunto la que no puede sacar bulto y desechar, por la vía de la inconciencia y la enajenación, esas realidades demasiado escabrosas y macabras.

No hay comentarios: