Tesoros Visibles en El Attico


La Galería de Arte El Attico presenta del 8 al 26 de octubre la muestra colectiva “tesoros visibles”.  La misma está constituida por una selección de obra de autores que han destacado por su influencia en la pintura y escultura guatemalteca en distintos momentos.  Pintura, escultura, dibujo y diferentes estilos ocupan las paredes de la institución para brindar una panorámica histórica del arte visual contemporáneo.Por ejemplo, entre las rarezas a la venta destaca una miniatura realizada por Elmar René Rojas, a finales de los años sesenta, en la cual se exalta la figura de la activista estudiantil Rogelia Cruz muerta trágicamente el 11 de enero de 1968.

Perteneciente a la “generación del 40” Roberto González Goyri comienza su carrera como sólido escultor en los años cuarenta.  Hacia 1967 se empieza a adentrar en la pintura y con ella propone un nuevo universo que se suma a una serie interminable de hallazgos matizados por una delicadeza estética incuestionable.  Para esta muestra se consiguió reunir al menos ocho trabajos de distintos momentos de los años sesenta y setenta, todos sobre papel.  Del material seleccionado hay que señalar especialmente una tinta que se amarra con el lapso de influencia de los Vértebrarealizada en la frontera de 1970.  La misma, al igual que el trabajo de Rojas, hace una alusión a la violencia política. 

Maestro entre maestros, Carlos Mérida disfrutó de una larga carrera que duró entre 1910 y 1984.  En ese período tuvo oportunidad de conocer e influenciar a distintos artistas con los cuales compartió amistad e intereses.  De 1950, el año en que se comienza su gran proyecto de los “Multifamiliares Juárez” en México hay a disposición tres coloridas témperas.  Hay que acordarse de que en el campo del diseño, al igual que en el de las integraciones y la estampa, este autor obtuvo un lugar muy especial a nivel latinoamericano y que terminó siendo el artista guatemalteco más internacional del siglo XX al conseguir posicionar su trabajo en muchos de los museos más representativos del continente americano. 

Pero si de celebridades se ha de hablar hay que apuntar la mirada hacia Efraín Recinos y el relieve en madera que ilustra una de las invitaciones electrónicas que anuncia este evento.  El trabajo proviene de la década del noventa y fue parte de una sólida colección hoy dispersa.A esta imponente pieza le acompaña un delicado boceto muy característico para sus anteproyectos de gran envergadura. 

Entre las esculturas destacan cuatro trabajos de igual número de artistas.  De Yoyce hay un metal cromado con sus formas estéticas y que pertenece a su lapso pop de principios de los años sesenta.  Esta artista brillo en las salas de la galería DS y también consiguió lugares especiales en exposiciones en el extranjero, entre ellas la Bienal de Sau Paulo en Brasil.  Regina Prado es otra artista cuya dimensión abarca cuatro décadas de aportes.  En el presente está volcada en lo conceptual.  La cabeza femenina que hoy se pone a disposición del público proviene de sus exploraciones en los años noventa cuando todavía trabajaba en el taller de Dagoberto Vásquez Castañeda.  La pieza se caracteriza por la independencia alcanzada con el trabajo de su mentor y hace pareja con otro trabajo, este de Ana María de Maldonado, también en bronce.  Esta artista prolija apenas alcanzó a hacer unas treinta esculturas fundidas en bronce, todas originales. 

El cuarto trabajo merece atención a parte.  Se trata de un bronce realizado por Edgar Guzmán Scwartz –autor de las estatuas de cuerpo completo de Efraín Recinos localizadas en el Teatro Nacional y el Hotel Museo Casa Santo Domingo-.  Este chapín ha vivido desde principios de los años setenta en México, pero no ha soltado del todo su espacio en Guatemala.  Se trata de un Cristo crucificado pero ya dormido.  La serenidad y paz que le perfila posee un sentimiento especial que lleva hacia la reflexión.

De Magda Eunice Sánchez hay varias propuestas sobre papel.  Todas con su sello característico de soltura y fragilidad femenina.  Su permanencia artística en un universo de hombres y su capacidad para desarrollar ideas hasta las últimas consecuencias le otorgan un lugar muy especial dentro del panorama histórico de la nación.

Entre el paisaje también hay trabajos notables de autores muy sólidos que hoy son pocos vistos.  Entre ellos hay que listar, el primero, a Humberto Garavito.  Con él se exponen obras de distintos momentos de autores como Miguel Ángel Ríos, Oswaldo Cercado, Salvador Saravia y Ramón Ávila, éste con dos pequeños óleos que atrapan una visión diferente al imaginario del que estamos acostumbrados ver en las salas de exhibición.

De Luis González Palma destaca una fotografía de la última década del siglo pasado en la cual se atrapan todos sus aportes tempranos en esta disciplina.  También se pueden encontrar otros trabajos significativos de autores como César Izquierdo, Erwin Guillermo, Roberto Cabrera, Juan Francisco Yoc, Carlos Díaz o Moisés Barrios.  La muestra vale la pena ya que los trabajos que contiene marcan en gran medida el ritmo creativo de los últimos sesenta años.  La misma puede visitarse en los horarios normales de la galería.




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