ZIPACNÁ DE LEÓN


ESTOS grabados de Zipacná de León son modos expresivos que, en su búsqueda y hacer artístico, hallan adecuado signo en los trazos y manchas en los blancos y negros que la impresión evidencia.

Acaso lo sumario de los elementos con los cuales se cuenta en este campo de la gráfica, le han permitido a Zipacná asentar y definir mejor los caracteres formales y expresivos, necesario en todo objeto artístico como instrumento de comunicación y que, en su caso, asume caracteres más personales.

Formalmente, sus composiciones tienden a ser rigurosas. Trazos expansivos o fugases son detenidos de pronto y confinados dentro de los límites del campo de tensión que crean los ejes. Las curvas dinámicas o trazos agresivos son atemperados por la axialidad de la organización general. El campo es sectorizado con regularidad por un esquema rectangular sobre el cual el tema de representación se presenta armado en un todo especial y temporal. En otros casos es sugerida la fragmentación espacio temporal, adquiriendo lo representado una cierta notación añorante. Paisajes citadinos en los que objetos angulados penetran el espacio, lo ocupan trozándolo. Paisajes agrarios donde los árboles aparecen como torres metálicas. Interiores domésticos donde la vajilla quisiera ser árbol, torre, grúa y las frutas ponen una nota suave con sus curvas orgánicas moviéndose nerviosamente en el espacio. Estos objetos vegetales parecen ser, en su grafismo, los que expresan ser más directamente la tesitura del autor, la búsqueda de una disciplina normativa de las agitadas respuestas a los requerimientos íntimos y del ambiente.

De hecho, los dibujos y grabados de Zipacná, en su grafía, son los signos válidos para su lenguaje formal y emotivo, por cuyo medio toma contacto con los otros, con la gente, en la necesidad de significación de lo humano y de su concreción plástica.

DAGOBERTO VÁSQUEZ CASTAÑEDA. 











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